Por Luz Alba Parra, 21-EPSS-5-001
¿Es normal que en todas las interacciones familiares predomine el drama y las mentiras manipulativas? ¿Es esto realmente saludable?
Las familias histéricas, también nombradas como “familia teatro” (Horst-Richter, 1971), se caracterizan debido a que su comportamiento parece establecido con anterioridad en un guión, el cual solo deben dramatizar. La manipulación, exageración, mitomanía y chantaje son el pan nuestro de todo lo dialogado.
Es importante comprender que esta dinámica familiar, por más normalizada que se encuentre, no es completamente funcional. Esto puede generar en sus miembros un impacto negativo en su salud mental, física y emocional.
“El manejo de las emociones, la utilización disfuncional de los estados de ánimo, sentimientos y estados afectivos constituye el elemento básico sobre el que se organizan y estructuran todos los dinamismos de relación entre sus miembros”.
Así define José Ríos González en su libro “Manual de Orientación y Terapia Familiar” a esta singular familia y su estructura.
En estas familias no hay lugar para lo ordinario, ya que todo viene seguido de comportamientos llamativos. Cada accionar por más simple, va anunciado con anticipación, seguido de palabras que muestran las dificultades pasadas y quizás un poco más. Para poner en movimiento hasta las emociones de un bloque de hielo.
Todo se sume en un juego, donde uno da una respuesta y los demás deben superarla con creces. Sin detenerse a ayudar o sanar mutuamente. Después de todo, puedo decir, que claramente escuchar no es el fuerte de los miembros de este tipo de familia. Hablar parece ser más divertido.
Las particulares específicas en la dinámica familiar no permiten un desarrollo óptimo y provechoso de los integrantes de esta.
La comunicación abierta, honesta y respetuosa es fundamental para un correcto funcionamiento en las familias. Colocando límites claros y definidos. Donde se aprenda a escuchar a los demás y no solo victimizarse.
Después de todo, estos comportamientos a futuro no solo afectan la socialización familiar. Amigos, parejas, compañeros de trabajo y una nueva familia se verán influenciados por esta dinámica y posiblemente se continúe repitiendo el mismo circuito.
Si te reconoces a ti y tú familia en las características descritas, o conoces alguna que su núcleo este compuesto de esta manera, hay que aprender a reconocer que es necesario sanar y mejorar su relación. Buscando la ayuda de un profesional de la salud mental.
Muchas familias experimentan estas dinámicas disfuncionales, pero con esfuerzo, deseo de superación y la ayuda adecuada el cambio es posible. Construyendo una familia más sana y feliz.
Después de todo y citó a Steve Maraboli,
“La felicidad no es la ausencia de problemas, sino la capacidad de afrontarlos”.
José A. Rios Gonzalez, Manual de Orientación y Terapia Familiar
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